Los anticuarios mexicanos Carlos Noyola y Leticia Fernández han salido vencedores de un proceso en el que se juzagaba si un lote de 1.200 objetos, incluyendo cartas, pinturas y recetas, atribuidos a Frida Kahlo eran realmente una falsificación.
La oficina del Procurador General de la Ciudad de México ha notificado a la anticuarios que los objetos en su poder ahora pueden ser atribuidos a Frida Kahlo, ya que durante el proceso iniciado por los herederos de la pintora, no se ha podido demostrar lo contrario.
Los anticuarios han afirmado que
Guadalupe Rivera, hija del muralista, aseguró que es falso que Frida Kahlo (1907-1954) donara las supuestas 1.200 piezas a la familia Noyola, por dos razones: la primera porque Frida no produjo tantas obras, debido a su enfermedad; y segunda, porque en la Casa Azul, hoy convertida en museo, no vivió nadie más que Diego y Frida y 'un modesto carpintero que hacia los marcos para la obra de mi padre'.
La oficina del Procurador General de la Ciudad de México ha notificado a la anticuarios que los objetos en su poder ahora pueden ser atribuidos a Frida Kahlo, ya que durante el proceso iniciado por los herederos de la pintora, no se ha podido demostrar lo contrario.
Los anticuarios han afirmado que
“Durante varios años no hemos tenido más interés que encontrar la verdad sobre este acervo histórico, que con toda confianza podemos decir, por todas las pruebas que tenemos y a las que han sido sometidas las piezas, que son atribuibles a la autoría de Frida Kahlo. De tal manera que sería importante rescatarla en beneficio de la tradición cultural mexicana”La cuestión comenzó hace más de año y medio cuando el Banco de México y el Fideicomiso Diego Rivera y Frida Kahlo denunciaron que las obras en poder en Noyola y Fernández eran falsas. Aunque no pudieron ejercitar acción penal, porque no está tipificado como delito esa conducta en la legislación mexicana.
Guadalupe Rivera, hija del muralista, aseguró que es falso que Frida Kahlo (1907-1954) donara las supuestas 1.200 piezas a la familia Noyola, por dos razones: la primera porque Frida no produjo tantas obras, debido a su enfermedad; y segunda, porque en la Casa Azul, hoy convertida en museo, no vivió nadie más que Diego y Frida y 'un modesto carpintero que hacia los marcos para la obra de mi padre'.
A este respecto, los anticuarios aseguraron haber comprado en 2005 el lote, constituido por óleos, dibujos, correspondencia y documentos, a Manuel Marcué, quien a su vez lo había comprado al ebanista Abraham Jiménez López, a quien Frida le pagaba con obra, según aseguran.
Los herederos de Rivera y Frida han señalado que aunque la última decisión favorece a los Noyola "no implica la autenticidad de la obra", pues la conclusión del proceso es que ello no han podido demostrar que fuera falso.
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