No nos adelantemos a juzgar el hecho como una lesión a la obra o a los derechos morales antes de conocer todos los detalles.
En la ciudad de Bristol, la fachada que pertenece desde hace poco a un centro culural musulmán llevaba ya diez años decorada con un grafitti de Banksy. La obra era un gorila con un antifaz rosa.
Los responsables del inmueble decidieron limpiar la fachada, cosa lógica a todas luces, y encalaron los grafittis que había (el del artista no era el único, sino que compartía el lugar con otros grafiteros anónimos).
El análisis de la cuestión habría que comenzarlo desde la propia obra. Es un grafitti, y como tal creo que debe tenerse en cuenta las características de este tipo de expresiones, pues están adheridas a un soporte cuya propiedad es ajena. Además, por regla general, no tienen la autorización del propietario del soporte.
Este caso habría que claramente diferenciar la propiedad del soporte de la propiedad intelectual de la obra. Un ejemplo precioso, por cierto. Y también cabría comentar que si el origen de la obra es ilegal, esta pierde o no los derechos de autor.
Los grafittis se limpian de las fachadas, y es algo con lo que cuentan los grafitteros, porque en su misma esencia está el hecho de pintar con cierta "ilegalidad" y eso le da emoción al asunto. Banksy juega con eso. Él mismo oculta su rostro y el aporte de clandestinidad le da cierto aura a su obra. Luego debería contar como los demás grafitteros, con soportar la eliminación de su obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario