La coralidad del
mosaico es una propuesta ante esta situación. “Cuando los cristianos entramos
en el arte, desde los inicios de la época paleocristiana, aportamos una novedad
absoluta: el arte como espacio de encuentro. Por eso cuando el arte no es
espacio de comunicación, de encuentro, los cristianos no conseguimos
entenderlo”[1].
Una de las
actividades principales del Centro Aletti de Roma, constituido como parte del
Pontificio Instituto Oriental (cuyo objetivo es crear ocasiones privilegiadas
de encuentro y de intercambio sobre el Cristianismo del Este europeo) y
encomendado a la Compañía de Jesús, es el llamado Taller de arte espiritual,
“un ambiente en el que se pueden encontrar el arte y la fe, no de manera
artificial, sino en la misma creación artística; así, a nivel teórico y en el
trabajo práctico, se va penetrando en la relación entre arte y lugar litúrgico.
El taller está destinado a realizar obras en espacios litúrgicos”[2].
El propio Centro
Aletti define el taller como un permanente lugar de trabajo comunitario,
incidiendo así en que esta característica es definitoria. El objetivo no es
sólo la creación artística, sino que el mismo trabajo creativo suponga también
un encuentro entre el arte y la fe, entre las diversas Iglesias y los artistas.
“El Taller es un espacio en donde un grupo de artistas cristianos vive, reza y
trabaja juntamente. Además de diversas técnicas artísticas, se estudia en él
teología, liturgia, Biblia, y espiritualidad”. Pero al encuentro al que
aludíamos ante no se llega sólo de manera teórica, sino que tiene lugar “dentro
del artista, y por ello se considera importante favorecer el ámbito en el que
el artista puede crear dicha síntesis”[3].
El taller lo componen
artistas de diversas nacionalidades y de Iglesias diferentes. Se trata de un
verdadero reto para un trabajo en común, pero “la comunión es tanto más real
cuanto menos dada por descontado”[4].
Rupnik
se muestra firme en esta idea: “Hasta que mi equipo se mantenga unido así
trabajaré. Cuando no lo haga me dedicaré a otra cosa. Predicar lo puedo hacer
yo sólo, el arte no. Mientras tenga amigos, mientras nos queramos, nos
perdonemos, lloremos juntos y nos alegremos juntos seguiré en el taller. Porque
no se trata de arte, sino del arte de vivir, saber vivir”[5].
El trabajo en común,
la coralidad del mosaico, es la gran aportación que hace el Taller. “El
problema de la creatividad es un problema falso desde su origen. La creatividad
se ha entendido desde siempre como una forma totalmente inventada por el
sujeto. Pero teológicamente la creatividad significa aportar una nueva cualidad
a la vida, hacer que la vida se haga eterna, que no muera. El único creador es
Dios y esta es la verdadera creatividad. El gran aporte que nosotros hacemos a
la creatividad es trabajar juntos, en equipo, porque sólo así podemos crear un
mundo según el designio de Dios, según la palabra de Dios, según el misterio de
la fe. Mi creatividad consiste en entrar en la lógica del amor”[6].
Esta descripción se explica perfectamente a través de dos principios capitales
de la propuesta de la Doctrina Social de al Iglesia, como son el principio de
solidaridad, que afirma la vinculación recíproca de los hombres que viven en
sociedad, en razón de su igual naturaleza en la creación y en la redención; y
el principio de convergencia hacia el bien común, aquél conjunto de condiciones
sociales y espirituales que permiten a todos los miembros de la sociedad el
desarrollo integral de su ser personal. Juan Pablo II en una carta dirigida al
Cardenal Casaroli en 1982 creando el Pontificio Consejo para la Cultura
afirmaba que “las condiciones culturales sirven de base al desarrollo de los
pueblos. El progreso cultural está íntimamente ligado a la constitución de un
mundo más justo y más fraterno”.
[1] Op Cit.
RUPNIK, M.I. 2008. Pág. 65.
[2] VV.AA. El
Centro Aletti. En www.centroaletti.com/spa/persone/attivita.htm
[última
consulta 8 de abril de 2013]
[3] Ibíd. www.centroaletti.com/spa/atelier/atelier01.htm
[última
consulta 8 de abril de 2013]
[4] Ibíd. www.centroaletti.com/spa/atelier/atelier04.htm
[última
consulta 8 de abril de 2013]
[5] Op. Cit. RODRÍGUEZ VELASCO, M. y VELASCO QUINTANA, P. 2009. Pág 125.
[6] Ibíd. Pág 125.
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