Celebrada la I Jornada de Contenidos Digitales organizada por el Ministerio de Cultura y Asimelec (Asociación Multisectorial de Empresas de Tecnologías de la Información, Comunicaciones y Electrónica), los distintos expertos allí congregados han coincidido en que para rentabilizar los libros electrónicos es necesario centrarse en generar "contenidos nativos digitales no pirateables".
En los glosarios de nuevas tecnologías se conoce el término "nativo digital", referido a personas, pero no a contenidos. Aunque se puede deducir que lo que se quiso decir en esta jornada es que se debe apostar por elaborar contenidos pensados, creados y compuestos específicamente para ser distribuidos o recibidos a través de redes telemáticas.
Desde luego que no es lo mismo un libro que una web 2.0. Y por lo tanto es claro que no vale un texto dirigido a ser editado en papel que en una web. El esfuerzo creativo debe estar digirido a ese objetivo, si bien habrá un peligro anejo: la trivialización del contenido. Las novedades tecnológicas son ambivalentes. Suponen una serie de ventajas para una mayor difusión, o una mayor comodidad en el proceso creativo.
Pero si el proceso debe amoldarse a un medio en el que el lector no mantiene su atención más allá de unos minutos, o no debe ocupar más de una pantalla, o se le quedan los ojos enrojecidos al estar expuesto a las radiaciones más de la cuenta, entonces la calidad, la profundidad, el empaque de ese bien cultural tiene todas las de perder.
El adjetivo "no pirateable" me parece más difícil de conseguir y se dejará en manos de las medidas tecnológicas.
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